Por J. Manuel Arango C.
Ab. 17/20.-Sospechozamente cuando cumplía mis actividades de rutina a pesar de la pandemia, visibilizando lo que ocurre en mi amada Colombia con las “millones de ayudas” a la población vulnerable ante el Covid-19; es bloqueado mi esquema de seguridad.
Por cuestiones de mi seguridad personal omito indicar el lugar -aunque ya en este lugar algunos se enteraron-, de manera extraña a través de tres auxiliares de la policía nacional aproximadamente a las 07 o 07:30Hs como en todo un complot contra mí, abordan a mi escolta y al requisarlo y el informar que es escolta y está armado; de manera desobligantes con palabras como “porque se le ve asustado”, que “esa arma parece rara”, que los papeles “no parecen originales” fueron creando el ambiente de tensión ante los transeúntes que pasaban y justificando el arribo de patrulleros (ante el mundo que nos leen, son policías ya veteranos, que pasaron por la escuela de oficiales o sub). Quienes harían la fase superior del “terapeo” o la verdadera trama para dar con su objetivo.
Los auxiliares -que son jóvenes bachilleres definiendo su situación militar- llamaron a una patrullera, ella a dos patrulleros más y por último un capitán quien fue el que dijo que tocaba incautarla por porte ilegal de armas. Luego llego la coordinadora de la UT quien se comunicó con un Mayor, ese con un coronel y el con un capitán. De ahí, es trasladado a un CAI aproximadamente a las 09:30hs
Yo me “invisibilizo” pues no confío en la “integridad” de todos los componentes de esa y otras instituciones del estado; menos ahí que se percibe es una jugada para que el protegido pensando defender a su escolta haga presencia y el régimen de Colombia como en otras ocasiones, caerle y esposado tras de rejas; por lo que vía celular le di instrucciones, que abordara varios vehículos y se regresara para su residencia, esto con el fin de evitar seguimientos hasta donde mí; ya que en otras ocasiones el régimen de Colombia ante mi ideología y línea editorial de mi periódico Alternativo e Independiente CLARIN de Colombia, me han sindicado de “terrorista”.
Acompañamiento a las movilizaciones o cacerolazos que hemos hecho ante los justos reclamos de mi querido “Juan Pueblo” que muere de hambre, a lo mejor por haber quedado “atorados” con tantos mercados, bonos etc., que el régimen dice estar llegando ante la población más vulnerable, sobre todo por el encierro con el llamado “cuarentena” obligándole a estar en esas condiciones en casa, como si allí callera por arte de magia el tal “mana” de no sé dónde, podría ser el rastreo que me han realizado.
A uno de mis mis escoltas le dicen los policiales, que “esa arma no es parta portarla sino para dejarla en residencia” significando que al protegido lo debe cubrir a lo mejor con pétalos de rosas ante el criminal que me acecha; o sino porque el régimen sabiendo mi situación de vulnerabilidad, no me implementa un esquema de seguridad más robusto, y si con lo ocurrido han vulnerado mi esquema de seguridad y puesto en riesgo mi vida.
Cuando logré comunicarme con la UNP, me orientaron dejar que decomisen el arma y se levante un acta por dicho procedimiento, pero en este caso no parece ser lo que buscan los policías, porque dan muchos rodeos, se ríen y desestiman a CLARIN de Colombia y a mí, cuando mi escolta les dice para quien presta sus servicios; por lo que veo es una actitud hostil y provocadora esperando tiempo para que yo aparezca ahí; pero graves ellos, no fui “construido” el día de los terremotos.
Mi escolta regresa sobre el medio día a su residencia y yo desde la mañana comunicándome con autoridades y Organizaciones defensoras de los Derechos Humanos como también muchos Medios de Comunicación, que afortunadamente fueron los que me dieron el valor de no caer en la trampa de hacerme presente ante lo que ocurre y muchas voces de aliento; pero ahora me queda el reto si me resuelvo a seguir cumpliendo con mi deber misional y convicción de manera solitaria o escoltado, primero porque los paramilitares me quieren muerto, y segundo porque ahora no se si el régimen me querrá nuevamente tras de rejas; o la incertidumbre ante la duda si simplemente lo que buscaban era apropiarse del arma de dotación.
Millón de gracias a la distancia para todas esas lindas personas unos Comunicadores Sociales o Periodistas que si saben para que es esta bella profesión; a mi hijo, y a las distintas personalidades de ONG’s que de una hicieron lo pertinente y a dos jefaturas de prensa -no debo indicar de donde para no dar pistas de mi- que inmediatamente actuaron como debía ser.
J. Manuel Arango C.
-Director CLARIN de Colombia
-Integrante de CONAICOP -Consejo nacional e Internacional de la Comunicación Popular-
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