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Por Daniel Pardo
El prestigioso BBC Mundo alerta sobre un triste final para el gobierno de Macri. En Argentina, un grupo cada vez más grande y diverso de economistas y políticos muestran preocupación por los niveles inéditos de endeudamiento a los que ha llegado el gobierno de Mauricio Macri, a un mes de cumplir un año en el poder.
Este nerviosismo contrasta con el entusiasmo que se siente en algunos círculos y medios de comunicación, que celebran con frases como “no terminamos como Venezuela” el viraje de las políticas “populistas” del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Con el cambio de forma y algunas medidas concretas –como ajustar tarifas de servicios públicos, negociar con la oposición y buscar más transparencia en las cifras– Macri logró generar la suficiente confianza interna y externa para pagar una deuda de US$9.300 millones con tenedores de bonos.
Con eso, Argentina volvió a los mercados internacionales después de 15 años. Y sí que lo ha aprovechado.
En estos 11 meses, gobierno, provincias y bancos argentinos han recibido US$40.000 millones en préstamos, con lo que la deuda pública queda en cerca de US$200.000 millones, que representan casi el 30% del Producto Interno Bruto (PIB).
Los números son alarmantes para algunos economistas; no por lo que revelen en sí, porque a niveles latinoamericanos Argentina sigue siendo uno de los países menos endeudados.
Lo que temen, más bien, es que la llamada “lluvia de dólares” pueda echar para atrás todo lo “bueno” que consideran se ha hecho para bajar la inflación, reducir el déficit y recuperar el crecimiento.
El mayor reto de Macri es lograr un ajuste profundo de las políticas públicas que permita equilibrar las cuentas sin que esto le torne el país en un mar de protestas.
Los traumas del pasado
El temor tiene el trasfondo en experiencias anteriores, cuando un alto déficit fiscal se financió con emisión de deuda sin la resolución estructural de la manera como Argentina paga sus cuentas.
Pasó, guardadas las proporciones, en 2001, cuando el esquema de financiamiento internacional se cerró de repente en medio de una profunda crisis política y económica que terminó en el famoso “corralito” (la restricción de los depósitos bancarios) y en una explosión social que dejó 39 muertos.
Pasó, también, en 1989, cuando varios planes gubernamentales para contener la inflación usando préstamos para financiar el déficit no funcionaron y se creó un ambiente de incertidumbre que disparó la fuga de capitales, generó hiperinflación y aceleró la salida del poder del entonces presidente, Raúl Alfonsín.
Y pasó durante el régimen militar en 1979, cuando el gobierno de facto hizo varias minidevaluaciones sin reducir el gasto y no pudo contener la pérdida de reservas, lo que obligó a hacer una devaluación traumática y llegar, una vez más, a rozar la hiperinflación.
Argentina, en su nueva etapa, ha recibido apoyo de varios frentes, entre ellos de Estados Unidos: Barack Obama y el Secretario del Tesoro, Jack Lew (foto), estuvieron en Argentina, en un gesto de aprobación.
Los argentinos saben del riesgo que implica emitir deuda, un mecanismo de financiación que en teoría es necesario y todos los gobiernos del mundo utilizan.
No en vano la deuda es uno de los aspectos que más utiliza la expresidenta Cristina Fernández, que representa a una facción importante de la oposición, para criticar a Macri.
“¿Adivinen quién lo va a pagar?”, se preguntó en una reciente intervención difundida en las redes sociales.
“No va a ser la banca extranjera, no va a ser el gobierno; van a ser los millones de argentinos y argentinas”.
Por qué puede ser un problema
Por mucho que sean críticos de Cristina Fernández, algunos analistas que cuestionan el endeudamiento del gobierno Macri comparten la preocupación de la ex mandataria.
Aunque los analistas dicen que el ajuste no se ha hecho, el aumento de las tarifas de servicios públicos fue traumática para muchos argentinos, que viven con una inflación del 40% anual.
Y, en términos generales, lo explican así: los préstamos que ha recibido el gobierno no se están gastando en planes a largo plazo que puedan generar el dinero para cancelar esa deuda, sino en pagos de caja menor, reducción del déficit fiscal y aumento de las reservas internacionales.
La pregunta es qué va a pasar con la deuda y el gasto del gobierno el próximo año.
Los expertos consultados por BBC Mundo explican que las inversiones mixtas y privadas de hasta US$50.000 millones que Macri dice haber consolidado no son del todo directas y son consideradas “inversiones golondrina”.
En otras palabras, son capitales que pueden volver a salir del país en cualquier momento de incertidumbre o crisis internacional.
Macri ha mantenido los altos niveles de gasto público del gobierno anterior, en parte debido a la presión que ejercen sindicatos y gremios y en parte, aseguran analistas, porque en 2017 habrá elecciones legislativas.
Argentina tiene uno de los niveles más altos de gasto público de la región, que en un 80% se destina a servicios sociales (salud, educación o vivienda) y económicos (infraestructura, fomento o transferencias).
Si el gobierno sigue gastando más de lo que tiene, coinciden los especialistas, tarde o temprano, de una u otra manera, se va a quedar sin dinero para pagar a los emisores de deuda.
Y, con eso, podría volverse a los escenarios del pasado.
BBC Mundo habló con el Ministerio de Hacienda y Finanzas en busca de un comentario para este artículo, pero no obtuvo respuesta concreta hasta el momento de publicación.
Contrainfo
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J. Manuel Arango C. Iván M. Arango P.
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