Por Lina M. Arango P.

Cada texto luego de ser leído produce en su respectivo lector una serie de sentimientos los cuales el autor de manera directa o indirecta ha podido generarles; encontramos por ejemplo adaptación, desacuerdo, gusto o interés; esto se debe al trabajo que toma leer y en parte gracias a ello permite culturizarse obteniendo nuevos conocimientos.

El pensamiento, dependiendo los hábitos y las épocas va cambiando, pero aun así en algunos casos se conserva el interés por desarrollar una ideología y relacionarse un poco más con la verdad, es bueno debido a la dedicación de tiempo, al empeño, la voluntad y la interpretación con que la lectura influye en nosotros.

El desinterés hacia el tema próximo a leer se produce porque no es entendido, lo que se conoce como una falta de código en común entre el autor y el lector pues la información incluida si no se “desmenuza, profundiza” no se va a comprender porque la esencia con la que fue escrita no será siempre clara o entendible para quien la lee; así mismo este último no comprenderá realmente el mensaje que se quiere dar a conocer sino que se guiará por su propia interpretación y corre el riesgo de que sea o no errónea.

Solemos hablar de nuestras propias vidas, buscamos la manera de desahogarnos, muchas veces lo hacemos verbalmente, pero las palabras se van, así que plasmamos esos mismos sentimientos, emociones, alegrías o preocupaciones en un escrito; en ese momento es cuando un entorno se quiere referir hacia ese mensaje opinando, apoyando, aconsejando o regañando, según su propia consideración y nosotros recibimos esas sensaciones con aceptación, pero cuando se desvían del tema, sí, el tema es nuestro sentimiento, justo aquel que escribimos y respectivamente fue opinado, esas palabras de dislocación vienen a ser ignoradas pues ya no son de nuestro interés y no afecta en nuestra vivencia.

En algunos casos los escritos no bastan para desahogarnos o despejarnos mentalmente así que buscamos medios para lograrlo, justo ahí crece la iniciativa a tomar un texto, zaceando la ansiedad mental y olvidando por un largo rato aquel problema o preocupación que nos acompleja porque encontramos en los mismos cierta información que nos ayuda a superar estas emociones.

En cada profundización literaria para que esta sea más amena, debemos permitir que esta nos afecte en nuestras vidas, claro está, con gran riesgo de transformación intelectual porque se adquieren nuevos y útiles conocimientos, opiniones propias, vistas profundas critico-analíticas sobre ciertos temas, en fin, esto viene a ser una especie de aventura y renovación.

Pero, no solo para resolver problemas personales, para culturizarnos, para trabajar o para aprender, es que es recomendable una lectura, la lectura también se torna interesante debido a que se hace por recreación o ejercicio mental, como empleo útil del tiempo e indirectamente se van adquiriendo saberes muy necesarios para alguna ocasión.

Leer entonces es el medio para formar, recrear, aprender y poder enseñar tanta información existente y que por varias causas no todas las personas la practican constantemente. Quienes si lo hacen logran contribuir no solo con un bien personal sino también uno común pues al aprender, adquiere conocimiento para sí mismo y luego se van ampliando al enseñar; esto se ve cada que se escribe un texto el cual es de mayor comprensión para el lector al que apenas le empieza el gusto por la lectura, de igual manera la interpretación se va volviendo propia y no influenciada por alguien que ya conoce este texto.

 

0
0
0
s2sdefault